Llegó febrero, pero con
él no ha llegado el frío. Uno de los inviernos más cálidos ha
conseguido que se piense que ya ha llegado la primavera, incluso
los árboles se han confundido al empezar su proceso de floración.
Pero como dice el refrán: "Al tiempo no se lo
comen los lobos".
Ni al tiempo, ni a las
fiestas. Ya que tod@s sabemos que el segundo mes del año nos trae
una celebración ampliamente difundida a nivel mundial que, aunque
con innumerables variantes territoriales, es sinónimo de alegría y
tradición: El Carnaval.
El Carnaval tiene su
origen en el mundo clásico grecorromano, en las fiestas de
saturnalia, en honor al dios Saturno, o en las bacanales, en
honor al dios Baco. En ellas se da rienda suelta al exceso y al
desenfreno en los placeres carnales, la gula y la lujuria.
Existe
una pequeña ciudad al sur de España, tan al sur que casi se besa
con África, en la que la celebración del carnaval (con orígenes en
el S. XVI) tiene todo lo anteriormente descrito, pero también
dispone de una faceta esencial que lo hace diferente: la crítica. Un
deseo por parte del pueblo gaditano de expresar sus pesares y las
injusticias que le rodean.
CARNAVAL DE CÁDIZ EN
LOS TIEMPOS DE CENSURA
De sobra es conocido, que
durante los casi 40 años que duró la Dictadura
del General Franco, existía por parte de las autoridades un
férreo control al que casi todas las facetas de la vida cotidiana se
veían sometidos. De hecho, existían mecanismos estatales cuya labor
consistía en evaluar la conveniencia o no de las producciones
literarias, cinematográficas, musicales y artísticas. Conocida como
coloquialmente como “La Censura”, se trataba de
trabajadores afines al régimen franquista que revisaban el contenido
de todo lo publicado y/o expuesto en España. Y como no podía ser de
otra forma, los carnavales de Cádiz incumplían los estándares en
cuanto a contenido de las letras, crítica abierta a instituciones
tanto públicas como privadas y por su vocabulario libertino que
hacía las delicias del gran público.
Tanto en la guerra como
en la inmediata postguerra no se tiene constancia de celebraciones
carnavalescas oficiales, pues ni se permitía salir a la calle
enmascarado, ni cantar contra el régimen, ni quejarse públicamente,
ni las letras picantonas. En resumen, el carnaval representaba todo
lo opuesto a los valores tradicionales y de sumisión que Franco
aplicaba en todo el país. Pero una desgracia cayó sobre Cádiz en
el año 1947 que hizo que la ciudad entera cayera en la tristeza y
desanimo, nos referimos a la
explosión del polvorín de San Severiano.
Ante esta situación, el
Gobernador Civil de Cádiz Carlos María Rodríguez de Valcárcel,
decidió darle al pueblo una alegría colectiva consiguiendo que
después de años de silencio, se volvieran a celebrar unos
carnavales, eso sí, completa y exhaustivamente censurados hasta el
punto de que esta celebración fue denominada “Fiestas Típicas
Gaditanas”.
Desde entonces, el
carnaval ha ido sufriendo numerosas modificaciones y ha ido ganando
en libertades conforme en España la etapa de Franco se iba
disolviendo y la democracia se hacía más fuerte y afianzada. A
continuación os dejamos un pasodoble de la comparsa “La Guayabera”
dedica a todas esas personas que con su esfuerzo consiguieron dejar
atrás los peligros de la censura y conseguir con su dedicación
poder manifestarse libremente.
CARNAVALES EN
DEMOCRACIA
Pasados los tiempos de la
represión y la censura, abandonan los gaditanos las “Fiestas
Típicas Gaditanas” y rescatan del baúl de los recuerdos su
queridísimo Carnaval. Y a pesar de que la democracia española iba
en pañales y que cualquier mínimo altercado político podía
desembocar en un nuevo baño de sangre, los carnavaleros salen al
Gran Teatro Falla con la intención de divertir, hacer reír y
criticar. Y la crítica nunca puede faltar: a los políticos, a los
deportistas, a la casa real, a la banda terrorista ETA (pocas voces
han menospreciado públicamente los atentados y asesinatos provocados
por esta).
Con el afán de expresar
los problemas de la sociedad española, desde Cádiz se hacían
coplillas a todo aquello que ha de ser cambiado o erradicado, y en
esa línea, a continuación os dejo un pasodoble que ha traspasado
las fronteras nacionales. Se trata de un amargo canto de protesta
contra la violencia ejercida contra la mujer, una lacra contra la que
hoy en día se sigue luchando. Pero como no podía ser de otra
manera, los gaditanos dan una vuelta de tuerca, y cuentan una triste
historia desde otro punto de vista completamente inédito: la mujer
que harta de las vejaciones decide entregarse a las autoridades tras
matar a su marido maltratador.
FICHA TÉCNICA DE LA ENTRADA: No procede.
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