domingo, 7 de febrero de 2016

EL CARNAVAL: LETRAS QUE DICEN MUCHO

Llegó febrero, pero con él no ha llegado el frío. Uno de los inviernos más cálidos ha conseguido que se piense que ya ha llegado la primavera, incluso los árboles se han confundido al empezar su proceso de floración. Pero como dice el refrán: "Al tiempo no se lo comen los lobos".
Ni al tiempo, ni a las fiestas. Ya que tod@s sabemos que el segundo mes del año nos trae una celebración ampliamente difundida a nivel mundial que, aunque con innumerables variantes territoriales, es sinónimo de alegría y tradición: El Carnaval.
El Carnaval tiene su origen en el mundo clásico grecorromano, en las fiestas de saturnalia, en honor al dios Saturno, o en las bacanales, en honor al dios Baco. En ellas se da rienda suelta al exceso y al desenfreno en los placeres carnales, la gula y la lujuria.
Existe una pequeña ciudad al sur de España, tan al sur que casi se besa con África, en la que la celebración del carnaval (con orígenes en el S. XVI) tiene todo lo anteriormente descrito, pero también dispone de una faceta esencial que lo hace diferente: la crítica. Un deseo por parte del pueblo gaditano de expresar sus pesares y las injusticias que le rodean.


CARNAVAL DE CÁDIZ EN LOS TIEMPOS DE CENSURA

De sobra es conocido, que durante los casi 40 años que duró la Dictadura del General Franco, existía por parte de las autoridades un férreo control al que casi todas las facetas de la vida cotidiana se veían sometidos. De hecho, existían mecanismos estatales cuya labor consistía en evaluar la conveniencia o no de las producciones literarias, cinematográficas, musicales y artísticas. Conocida como coloquialmente como “La Censura”, se trataba de trabajadores afines al régimen franquista que revisaban el contenido de todo lo publicado y/o expuesto en España. Y como no podía ser de otra forma, los carnavales de Cádiz incumplían los estándares en cuanto a contenido de las letras, crítica abierta a instituciones tanto públicas como privadas y por su vocabulario libertino que hacía las delicias del gran público.
Tanto en la guerra como en la inmediata postguerra no se tiene constancia de celebraciones carnavalescas oficiales, pues ni se permitía salir a la calle enmascarado, ni cantar contra el régimen, ni quejarse públicamente, ni las letras picantonas. En resumen, el carnaval representaba todo lo opuesto a los valores tradicionales y de sumisión que Franco aplicaba en todo el país. Pero una desgracia cayó sobre Cádiz en el año 1947 que hizo que la ciudad entera cayera en la tristeza y desanimo, nos referimos a la explosión del polvorín de San Severiano.
Ante esta situación, el Gobernador Civil de Cádiz Carlos María Rodríguez de Valcárcel, decidió darle al pueblo una alegría colectiva consiguiendo que después de años de silencio, se volvieran a celebrar unos carnavales, eso sí, completa y exhaustivamente censurados hasta el punto de que esta celebración fue denominada “Fiestas Típicas Gaditanas”.
Desde entonces, el carnaval ha ido sufriendo numerosas modificaciones y ha ido ganando en libertades conforme en España la etapa de Franco se iba disolviendo y la democracia se hacía más fuerte y afianzada. A continuación os dejamos un pasodoble de la comparsa “La Guayabera” dedica a todas esas personas que con su esfuerzo consiguieron dejar atrás los peligros de la censura y conseguir con su dedicación poder manifestarse libremente.


CARNAVALES EN DEMOCRACIA

Pasados los tiempos de la represión y la censura, abandonan los gaditanos las “Fiestas Típicas Gaditanas” y rescatan del baúl de los recuerdos su queridísimo Carnaval. Y a pesar de que la democracia española iba en pañales y que cualquier mínimo altercado político podía desembocar en un nuevo baño de sangre, los carnavaleros salen al Gran Teatro Falla con la intención de divertir, hacer reír y criticar. Y la crítica nunca puede faltar: a los políticos, a los deportistas, a la casa real, a la banda terrorista ETA (pocas voces han menospreciado públicamente los atentados y asesinatos provocados por esta).
Con el afán de expresar los problemas de la sociedad española, desde Cádiz se hacían coplillas a todo aquello que ha de ser cambiado o erradicado, y en esa línea, a continuación os dejo un pasodoble que ha traspasado las fronteras nacionales. Se trata de un amargo canto de protesta contra la violencia ejercida contra la mujer, una lacra contra la que hoy en día se sigue luchando. Pero como no podía ser de otra manera, los gaditanos dan una vuelta de tuerca, y cuentan una triste historia desde otro punto de vista completamente inédito: la mujer que harta de las vejaciones decide entregarse a las autoridades tras matar a su marido maltratador.


FICHA TÉCNICA DE LA ENTRADA: No procede.

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