El hombre. Resulta, cuanto menos curioso, como éste, desde el principio de los tiempos, ha sentido la necesidad de ir dejando huella de todo aquello que en un momento u otro, durante la evolución humana, marcó un antes y un después en su desarrollo como persona. Luego, se podrá discutir si ese "algo" de lo cual dejaba constancia era simplemente "pura creativididad y/o necesidad de expresarse" o por el contrario, ibas más allá, siendo esa huella un legado que el autor quería mostrar a las generaciones venideras.
En consonancia con lo anteriormente expuesto, si nos remontasemos hasta la Prehistoria, podríamos encontrar miles de pinturas rupestres de animales que para los autores de dichas obras significaban que cazarían en abundancia; del mismo modo, si viajasemos a la antigua Grecia en su época de máximo esplendor, encontraríamos miles de esculturas a modo de ofrendas, que el hombre realizaba a los Dioses para que éstos los protegiesen de posibles pandemias, años de malas cosechas,...
Bien, ya que estamos en Grecia, aprovecharemos el viaje para mostraros la primera partitura de Occidente que se conoce hasta la fecha. Creo que os sorprenderá.
LA HISTORIA
Pero el hombre no contemporáneo no solo tenía necesidad de crear arte a través de pinturas y esculturas; el hombre a veces requería más, sentía la necesidad de aderezar todos sus pensamientos con algo más que un simple dibujo o escultura, precisaba poder evadirse o evocar sin tener necesidad de tener presente ese objeto, necesitaba música.
El
viento sopla generoso envolviendo en un solo y único abrazo sensorial
el calor veraniego, los olores fértiles de la tierra de Aydin, y el
sonido apaciguante del río Buyuk Menderes. En este mismo sitio a los
pies del Egeo que los antiguos griegos llamaron "Anthea" o "Euanthia",
en el mismo preciso lugar que los romanos luego conocieran como
“Tralleis” y en donde se celebraban el arte de la escultura y el teatro
tanto como el de la guerra y la batalla, ahí mismo, en ese perdido
retazo del planeta de cuyas hilachas tironearon espartanos, persas,
turcos y griegos a lo largo de la historia, en la ciudad que luego
sería una vez más rebautizada bajo el velo de "Güzelhisar", hubo una
mujer.
Una mujer común. Una más del reino de las idénticas. Una más de las tantas que habitaban el pueblo, una perdida entre todas esas "intersustituibles" amas de casa de faldón rústico y sencillo, una mujer como cualquier otra de las que pasaban las horas de los lentos días ancladas en sus gineceos.
Con un poco de esfuerzo, casi puede vérsela, regando con un
esmerado cuidado su planta favorita. Nada resulta demasiado llamativo de
este cotidiano y anodino retrato que expone un mero acto de
mantenimiento de la naturaleza “domesticada”. Nada resultaría raro,
excepto que esta desconocida habitante de Aydin ha usado largamente como
soporte de su bienamada maceta nada menos que el histórico “Epitafio de
Seikilos”.
gabiromano.blogspot.com
EL EPITAFIO DE SEIKILOS
El Epitafio de Seikilos es la notación musical más antigua que se conserva de occidente, se encontró en una estela funeraria griega y data del primer siglo después de Cristo. Fue grabada por Seikilos y colocada junto a la tumba de su mujer, llamada Euterpe.
La
estela en cuestión fue encontrada en Aydin, Turquía, en 1883, y
desapareció en 1922 durante el Holocausto de Asia Menor. Los hados del
destino volvieron a descubrirla, aunque rota por su base en la casa de una mujer que era ajena a su significado, la empleaba como
apoyo de una de las flores de su jardín, para lo cual mutiló una
parte. Hoy se conserva en el Museo Nacional de Dinamarca.
Se trata de un Escolión, (del griego skolion pl. skolia),
un tipo de poema lírico corto, generalmente de una sola estrofa a la
manera de un epigrama. La melodía, escrita en modo frigio y género diatónico y se desenvuelve en un ámbito de octava justa. Además, su ritmo es libre, prosódico, ya que éste sigue la acentuación de las palabras. La canción que supuestamente compuso Seikilos para su mujer se halla precedida del siguiente texto:
"Soy una imagen de piedra. Seikilos me puso aquí, donde soy por siempre, el símbolo de la evocación eterna"
"Brilla, mientras estés vivo,
no estés triste,
porque la vida es por cierto breve,
y el tiempo exige su retribución"
no estés triste,
porque la vida es por cierto breve,
y el tiempo exige su retribución"
A continuación os dejo la letra del epitafio de Seikilos (en griego) junto con la correspondiente transcripción musical de aquella época (a cada tono de voz le le asignaba una letra del alfabeto). Un poco más abajo podréis comprobar de modo aproximativo, como sería dicha notación musical antigua en la actualidad.
Os dejo para terminar con lo que podría ser el fragmento musical, eso sí, gustarte no te gustará pero curioso al menos si que lo es.
FICHA TÉCNICA DE LA ENTRADA: No procede
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