Debido a unos desgraciados sucesos acontecidos en lo poco que llevamos de este año 2015, los buenos propósitos y las buenas intenciones han quedado en un segundo plano. Por desgracia es la sangre la protagonista de este frío mes de enero, pues resulta imposible abstraerese del enorme debate generado tras los atentados que la sociedad francesa acaba de sufrir. Tod@s hemos podido ver esas terribles crónicas y las aún peores imágenes.
Como simpre ocurre en la vida real, un mismo suceso tiene múltiples lecturas en función los intereses y creencias de los debatientes, y es que no podemos olvidar que es realmente un tema peliagudo. Hay quien enarbola la bandera de la libertad de expresión y declara que la revista satírica Charlie Hebdo puede pulicar lo que le venga en gana, pues por encima del miedo debe estar la valentía de expresarse libremente.
Por otro lado están los que dicen que una portada retratando al Profeta Mahoma es una ofensa imperdonable. No en vano, debemos recordar que en el mundo islámico queda totalmente prohibido cualquier representación artística de su idolatrado Profeta, pues dentro de este credo esto se considera un pecado.
Entre estos dos lados opuestos, entre este blanco y negro tenemos una escala de grises. Los que condenan los atentados pero ven en esto una presecución islamófoba. Los que creen que la revista sabía lo que hacía y las consecuencias que les podía acarrear. Los que nunca se atreverían a publicar esa imágen pero creen en la libertad de prensa... Y así podemos ir buscando múltiples puntos de vista. Incluso el Papa Francisco, máxima figura del cristianismo católico ha expresado públicamente su opinión al respecto.
Pero como versa el encabezado de esta entrada, a tiempos revueltos, música sensata. Para ello, rescatamos de la bitácora un par de temas que ya tuvimos en el blog.
7 SECONDS, de Youssou N´Dour y Neneh Cherry
Esta canción, aparte de ser preciosa, nos plantea una cuestión importante como es nuestra evolución como seres humanos. Existe una teoría que dice que son 7 segundos los que un recien nacido tarda en comenzar a percibir el entorno que le rodea. Por ello, ese breve periodo de tiempo es el único de nuestra vida en la que somos completamente puros y libres, no obstante de ahí en adelante todo lo que nos rodea nos va a influir en mayor o menor medida. Los sonidos, los olores, los colores nos van cambiando la percepción de la vida, pero las leyes de comportamiento social, las creencias religiosas y los prejuicios también los moldean hasta forjar el ser adulto como tal.
En la línea de volver a nuestros orígienes e intentar actuar más con el corazón que con la presión del entorno va esta canción. Si bien es un concepto que se antoja imposible, no está de más tenerlo en cuenta a la hora de llevar a cabo ciertos actos en nuestra vida.
ZOMBIE, de the Cramberries
En esta ocasión, la música nos muestra a seres
adultos completamenten inmersos en prejuicios y rencores que agarrados a
una causa dejan de lado su humanidad, esa que empezaron a perder a
partir del segundo 8 de sus vidas
Volamos al año 1993, estamos en Warrington, un pequeño pueblo cerca de Liverpool. El IRA, en escalada de violencia sin precedentes hace estallar dos bombas en las calles de este lugar desconocido. El resultado es terror, caos y la muerte de dos niños. Uno es Jonathan Ball, una pobre criatura de 3 años que perece en el instante, el otro es Tim Parry de 12 años que se debatió entre la vida y la muerte, pero que tres días después de las explosiones acaba falleciendo.
Este vil atentado causó una honda impresión entre la sociedad inglesa, pero también entre la irlandesa, lo que hizo que la surgiera entre la población el pensamiento generalizado de que esto había traspasado todos los límites. Ya nadie estaba seguro, ni tan siquiera unos pobres niños jugando en la calle de un pueblo inglés cualquiera. Había sido un ataque descontrolado y horrible. Esta forma de actuar no correspondía con un ejército en lucha, sino como una masa de descerebrados en busca de sangre, algo propio de los zombies.
Volamos al año 1993, estamos en Warrington, un pequeño pueblo cerca de Liverpool. El IRA, en escalada de violencia sin precedentes hace estallar dos bombas en las calles de este lugar desconocido. El resultado es terror, caos y la muerte de dos niños. Uno es Jonathan Ball, una pobre criatura de 3 años que perece en el instante, el otro es Tim Parry de 12 años que se debatió entre la vida y la muerte, pero que tres días después de las explosiones acaba falleciendo.
Este vil atentado causó una honda impresión entre la sociedad inglesa, pero también entre la irlandesa, lo que hizo que la surgiera entre la población el pensamiento generalizado de que esto había traspasado todos los límites. Ya nadie estaba seguro, ni tan siquiera unos pobres niños jugando en la calle de un pueblo inglés cualquiera. Había sido un ataque descontrolado y horrible. Esta forma de actuar no correspondía con un ejército en lucha, sino como una masa de descerebrados en busca de sangre, algo propio de los zombies.
Más allá del enorme debate que planteamos al comienzo de la entrada, lo que queda bien claro es que la música es una potente herramienta de difusión a través de la cual es posible mandar mensajes de paz y solidaridad que llegan hasta el lugar más remoto del planeta y además, perdura en el tiempo.
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