Andy Warhol |
En España a finales de
los 70 hasta mediados de los 80 tuvimos una época de enorme
evolución cultural y social que es conocida como la Movida
madrileña. Y sin lugar a duda, uno de los mayores exponentes de
este movimiento es el afamado director de cine Pedro Almodóvar.
Con sus personajes
atípicos y su desbordante interés por el travestismo y la
prostitución, el director manchego inundó las pantallas de cine de
la vetusta España post franquista de unas historias que no todo el
mundo estaba preparado para conocer.
No obstante, unos 20 años
antes de que en España nos pusiéramos a explorar nuestra
cretividad, en Nueva York existió otro movimiento libertino más
radical si cabe. Se trata de “The Factory” del artista
polifacético y politraumatizado Andy Warhol, que a principios de los
años 60 creó un universo paralelo en el que las reglas las ponía
uno mismo y en el que los prejuicios no existían.
THE FACTORY, ANDY
WARHOL
Siempre se le ha
considerado como un genio creativo. Uno de los fundadores principales
del llamado Pop Art en
Estados Unidos. Un grandísimo generador de tendencias, o como se
dice hoy en día, un “Influencer”.
Como su nombre indica,
The Factory no era sino una factoría en la cual se reproducían las
creaciones artísticas de Andy. Un sitio meramente destinado al
trabajo que se convirtió en un lugar de peregrinación en el Nueva
York de los años 60 y 70, al que tenías que acceder bajo permiso
del anfitrión. Si querías ser alguien conocido en el mundo de la
fama, este era tu sitio. No importaba si tu talento era la pintura,
la fotografía, la interpretación o un voraz apetito sexual. Sin
Andy veía algo en ti, se te abrían las puertas del paraíso.
Aparte de conseguir un
buen posicionamiento mediático, también podías disfrutar casi
diariamente de orgías al más puro estilo del Imperio Romano, donde
los participantes exploraban los límites de su sexualidad. Todo ello
bien regado de alcohol y aderezado con todo tipo de drogas, para eso
estabas en New York.
En este submundo en el
que todos los miembros daban forma a la Factoría había casi de
todo. Casi, porque una noche cualquiera, en un garito cualquiera,
Andy descubrió a una banda de rock que tenía unas letras bastante
ácidas y transgresivas para la época. El consumo de heroína, la
transexualidad, el sadomasoquismo eran historias recurrentes en el
repertorio de este grupo, por ello y en ese mismo momento comprendió
que a su templo le faltaba un grupo de música de cabecera, y Velvet
Underground sería el elegido.
LOU REED
Velvet, bajo la
representación de Andy Warhol, comenzó una breve carrera musical.
Funcionaban, gustaban y no paraban de trabajar. Si bien nunca
llegaron a tener grandes ventas, actualmente Velvet Underground está
considerado como uno de los grupos más influyentes en la historia
del rock. Cada una de sus canciones es un aporte a la historia de
este género, aunque es cierto que la calidad de grabación de
algunas de sus canciones deja mucho que desear
Uno de sus integrantes,
Lou Reed, es sin duda el que ha prosperado más en su carrera post
Velvet. Su inconfundible estilo, el color de su voz y su actitud ante
la vida han hecho que su música cale hondo.
Formando parte de ese
abstracto elenco que pululaba por la Factoría, Reed creyó que este
ecosistema merecía ser retratado bajo su particular enfoque. Así
pues, trató de musicalizar a alguno de los más célebres personajes
que conformaban la cohorte más íntima de Andy Warhol.
Estaba Joe
Dallesandro (imagen de la izquierda), un joven de cuerpo esculpido y de rostro angelical
que había subsistido en los bajos fondos neoyorkinos vendiendo su
cuerpo como chapero. Hombres y mujeres se lo rifaban. En él, Warhol
detectó al que a la postre sería uno de sus actores fetiche.
Participó en numerosos proyectos artísticos (desde sesiones
fotográficas hasta protagonizando películas), en las que casi
siempre aparecía desnudo.
Junto al pequeño Joe, el
otro fetiche para Warhol era el artista transgénero Holly
Woodlawn,(imagen de la derecha). Este puertorriqueño que a pesar de tomar hormonas
durante años, nunca quiso ser sometido a una operación de
reasignación de sexo.
También andaba por allí
Candy
Darling (imagen de la izquierda), un transexual que había nacido como James, pero que
después de numerosas sesiones de hormonas ser había transformado en
una despampanante rubia que comenzaba a hacer sus pinitos en el mundo
del teatro junto a un joven Robert
De Niro. Para ella, Lou Reed reserva una de las estrofas más
calientes de la canción cuando alaba su capacidad para realizar
felaciones (en el vídeo han suprimido esta parte de la letra
seguramente para evitar que youtube lo censure).
Para cerrar la canción,
también quiso hacer mención al artista Drag Queen Jackie Curtis, al
que se refiere como “Sugar Plum Fairy”. Una bestia interpretativa
que devoraba los escenarios por allá por donde iba.
A cada uno de estos
personajes le dedicó una estrofa que indefectiblemente terminaba con
la frase que le da nombre a la canción “Hey Babe, take a walk on
the wild side”. De esta manera estaba dando a entender que el
cantante invitaba al protagonista de cada estrofa a tener sexo con
él. Con un ritmo simple, casi pausado, una letra sin complicaciones
y una estructura repetitiva esta canción lo tenía todo para no
impresionar. Pero el mítico Lou consiguió que más de cuarenta años
después sea un tema que sigue sonando en radio y en televisión con
cierta asiduidad.
- Autor:
Lou Reed.
- Título:
Walk on the Wild Side.
- Album:
Transformer.
- Año de publicación:
1972.
- Sitio web oficial: www.loureed.com
- Versiones: No se conocen.
- Letra de la canción: Click aquí.
- Partitura: Click
aquí
.
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