domingo, 31 de mayo de 2015

OCHI CHERNYE

Hace unos días, me encontraba disfrutando de un capítulo de la serie que estoy siguiendo actualmente: The Americans. Trata sobre las aventuras y desventuras de un par de espías rusos que viven en Washington D.F durante los años más cruentos de la guerra fría que tanto tiempo duró entre los Estados Unidos y la ya extinta Unión Soviética.
Es tal el grado de compromiso con la Madre Patria que estos dos espías tienen, que como tapadera para no levantar sospecha alguna y parecer una familia feliz, están casados y tienen dos hijos. Dos vástagos que como es lógico, han nacido en terreno americano y desconocen por completo el origen y verdadera identidad de sus progenitores.
Maravillado como estaba, mientras visionaba el capítulo empecé a recordar cosas que había estudiado en el pasado sobre la impresionante Unión Soviética. Entre esos pensamientos, y como no podía ser de otra manera, intuitivamente llegué a recordar una canción que prácticamente puede ser considerada como un himno debido a su importancia y difusión. Ahora os digo cual es.

OCHI CHERNYE

Oficialmente, el nacimiento de esta canción está datado aproximadamente en el año 1884, después de que se usara la letra de un antiguo poema Ucraniano y las estrofas musicales de un músico Alemán que tenía un gran cariño por Rusia. Adicionalmente, el que hoy en día es considerado como uno de los tres mejores cantantes de ópera de la historia, Fiódor Chaliapin, utilizó su talento musical y su portentosa voz para añadir unas estrofas a la canción, dando como resultado la versión que hoy en día está más extendida.
Incluida ya Ochi Chernye en su repertorio oficial, Chaliapin hizo las maletas junto con sus músicos y bailarinas y llevó a cabo una gira mundial donde esta canción sonó a lo largo y ancho del planeta.
Si bien, el encargado de la fama de esta canción es Chaliapin, debido a la mala calidad de los audios de la época, hemos elegido la versión realizada por Ivan Rebroff, el cual a pesar de no alcanzar las cotas de éxito del primero, logró darle un toque melancólico y más sensible gracias a sus graves registros vocales.


Esta canción ya no es una canción, sino un himno extra oficial que todo ruso siente como propio y que en todos los eventos familiares y folclóricos es de obligada reproducción.

OJOS NEGROS

Una vez que hemos oído la versión de Rebroff, tenemos claro como el agua que se trata del típico sonido ruso o soviético. Pero resulta que en la otra punta del planeta, en la soleada y caribeña isla de Cuba, existió un famoso compositor que se atribuye la autoría de esta canción, llamada Ojos Negros.
Se trata de Sindo Garay, un gran compositor cubano con antepasados africanos y filipinos que afirmaba que a finales del S.XIX compuso una canción de amor para su novia Úrsula. Dicha canción, que era un tango, se hizo muy popular en Cuba. Según él, un grupo de músicos y bailarinas rusos la oyeron durante una estancia en el país tropical. Inmediatamente se apropiaron de la melodía y utilizaron la letra del poema ucraniano del que hablamos anteriormente.
Lamentablemente no existe registro alguno que demuestre lo expresado por Sindo Garay, no obstante, el director de orquesta Ernesto Lecuona junto a su afamada “Lecuona Cuban Boys” interpretó esta canción en todos los países en los que tocaba en el periodo comprendido entre los años 30 hasta después de la Segunda Guerra Mundial.


Con esta manera de interpretar este tema, lo que era ruso por los cuatro costados, pasa a ser un tango cubano.

DIVISIÓN AZUL

No podíamos pasar la ocasión de introducir una pequeña cuña histórica en esta entrada, pues aunque parezca disparatado, esta canción también tuvo su repercusión entre los soldados españoles.
Sin entrar en muchas profundidades, la División Azul fue una unidad militar de voluntarios (y no tan voluntarios) que el Dictador Francisco Franco envió a la Unión Soviética para luchar contra el comunismo junto con el ejército del Tercer Reich de Adolf Hitler.
Se trataba de unos 50.000 españoles que pasarían las mayores calamidades en tierras rusas, pues no dispusieron de ropa de abrigo adecuada, eran obligados a cubrir distancias de cientos de kilómetros a pie y fueron usados como carnaza en las peores batallas del sitio de Leningrado.
Pues bien, dejando la historia bélica aparte, resulta que estos españolitos que llegaron a la Unión Soviética ni conocían la cultura ni el idioma ruso. A fuerza de recorrer la vasta Rusia a pie, pudieron comprobar cómo en todas partes sonaba una bella canción que hacía alegrar el corazón de los paisanos, pero como no había forma de entender ese extraño lenguaje, los divisionarios adoptaron el término “Ochichornia” como si de una palabra se tratase, de manera que era usada para referirse a cualquier asunto relacionado con Rusia.
A su vuelta a España (los supervivientes, claro está) llevaron consigo una serie de términos aprendidos en Rusia, entre los que destacaban dos palabras de frecuente uso: Tovarich (camarada) y Ochichornia.
Incluso el fallecido humorista Gila, usaba el término Ochichornia en uno de sus anuncios de las cuchillas de afeitar Filomatic, por allá por los años 60.

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