Hace unos días, me
encontraba disfrutando de un capítulo de la serie que estoy
siguiendo actualmente: The Americans. Trata sobre las aventuras y
desventuras de un par de espías rusos que viven en Washington D.F
durante los años más cruentos de la guerra fría que tanto tiempo
duró entre los Estados Unidos y la ya extinta Unión Soviética.
Es tal el grado de
compromiso con la Madre Patria que estos dos espías tienen, que como
tapadera para no levantar sospecha alguna y parecer una familia
feliz, están casados y tienen dos hijos. Dos vástagos que como es
lógico, han nacido en terreno americano y desconocen por completo el
origen y verdadera identidad de sus progenitores.
Maravillado como estaba,
mientras visionaba el capítulo empecé a recordar cosas que había
estudiado en el pasado sobre la impresionante Unión Soviética.
Entre esos pensamientos, y como no podía ser de otra manera,
intuitivamente llegué a recordar una canción que prácticamente
puede ser considerada como un himno debido a su importancia y
difusión. Ahora os digo cual es.
OCHI CHERNYE
Oficialmente, el
nacimiento de esta canción está datado aproximadamente en el año
1884, después de que se usara la letra de un antiguo poema Ucraniano
y las estrofas musicales de un músico Alemán que tenía un gran
cariño por Rusia. Adicionalmente, el que hoy en día es considerado
como uno de los tres mejores cantantes de ópera de la historia,
Fiódor
Chaliapin, utilizó su talento musical y su portentosa voz para
añadir unas estrofas a la canción, dando como resultado la versión
que hoy en día está más extendida.
Incluida ya Ochi Chernye
en su repertorio oficial, Chaliapin hizo las maletas junto con sus
músicos y bailarinas y llevó a cabo una gira mundial donde esta
canción sonó a lo largo y ancho del planeta.
Si bien, el encargado de
la fama de esta canción es Chaliapin, debido a la mala calidad de
los audios de la época, hemos elegido la versión realizada por Ivan
Rebroff, el cual a pesar de no alcanzar las cotas de éxito del
primero, logró darle un toque melancólico y más sensible gracias a
sus graves registros vocales.
Esta canción ya no es
una canción, sino un himno extra oficial que todo ruso siente como
propio y que en todos los eventos familiares y folclóricos es de
obligada reproducción.
OJOS NEGROS
Una vez que hemos oído
la versión de Rebroff, tenemos claro como el agua que se trata del
típico sonido ruso o soviético. Pero resulta que en la otra punta
del planeta, en la soleada y caribeña isla de Cuba, existió un
famoso compositor que se atribuye la autoría de esta canción,
llamada Ojos Negros.
Se trata de Sindo Garay,
un gran compositor cubano con antepasados africanos y filipinos que
afirmaba que a finales del S.XIX compuso una canción de amor para su
novia Úrsula. Dicha canción, que era un tango, se hizo muy popular
en Cuba. Según él, un grupo de músicos y bailarinas rusos la
oyeron durante una estancia en el país tropical. Inmediatamente se
apropiaron de la melodía y utilizaron la letra del poema ucraniano
del que hablamos anteriormente.
Lamentablemente no existe
registro alguno que demuestre lo expresado por Sindo Garay, no
obstante, el director de orquesta Ernesto Lecuona junto a su afamada
“Lecuona Cuban Boys” interpretó esta canción en todos los
países en los que tocaba en el periodo comprendido entre los años
30 hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
Con esta manera de
interpretar este tema, lo que era ruso por los cuatro costados, pasa
a ser un tango cubano.
DIVISIÓN AZUL
No podíamos pasar la
ocasión de introducir una pequeña cuña histórica en esta entrada,
pues aunque parezca disparatado, esta canción también tuvo su
repercusión entre los soldados españoles.
Sin entrar en muchas
profundidades, la División
Azul fue una unidad militar de voluntarios (y no tan voluntarios)
que el Dictador Francisco Franco envió a la Unión Soviética para
luchar contra el comunismo junto con el ejército del Tercer
Reich de Adolf Hitler.
Se trataba de unos 50.000
españoles que pasarían las mayores calamidades en tierras rusas,
pues no dispusieron de ropa de abrigo adecuada, eran obligados a
cubrir distancias de cientos de kilómetros a pie y fueron usados
como carnaza en las peores batallas del sitio
de Leningrado.
Pues bien, dejando la
historia bélica aparte, resulta que estos españolitos que llegaron
a la Unión Soviética ni conocían la cultura ni el idioma ruso. A
fuerza de recorrer la vasta Rusia a pie, pudieron comprobar cómo en
todas partes sonaba una bella canción que hacía alegrar el corazón
de los paisanos, pero como no había forma de entender ese extraño
lenguaje, los divisionarios adoptaron el término “Ochichornia”
como si de una palabra se tratase, de manera que era usada para
referirse a cualquier asunto relacionado con Rusia.
A su vuelta a España
(los supervivientes, claro está) llevaron consigo una serie de
términos aprendidos en Rusia, entre los que destacaban dos palabras
de frecuente uso: Tovarich (camarada) y Ochichornia.
Incluso el fallecido
humorista Gila,
usaba el término Ochichornia en uno de sus anuncios de las cuchillas
de afeitar Filomatic, por allá por los años 60.
No hay comentarios:
Publicar un comentario