Por fin ha llegado el
momento que estabas esperando. Has aterrizado en el aeropuerto de
Ciampino, al sureste de Roma, el destino que elegiste unos meses
atrás para pasar esos días libres que te quedaban por gastar.
Aunque estás seguro de
que has acertado en el destino elegido dentro de Italia, esa decisión
implica descartar otros muy apetecibles destinos dentro de este
espléndido país. De hecho, de la criba final salieron dos
candidatos: La città eterna (Roma) y el Vesubio (Nápoles).
Después de darle muchas
vueltas y hacer un listado de los pros y los contras de cada lugar,
hay un aspecto que hace que finalmente sea Roma la elegida. Resulta
que tienes pensado alquilar un coche y utilizarlo para moverte a tu
antojo, y tras hablar con gente que ha estado por el sur de Italia,
llegas a la conclusión de que la presencia de la Mafia a lo largo y
ancho de toda la región te da grima. Crees que sería terrible
meterte a circular por lugares en los que se dice que hasta la
policía está comprada por los mafiosos, sitios en los que se
producen robos a turistas y sitios en los que es mejor no estar a
partir de la puesta del Sol.
Pues bien, satisfecho con
tu planificación y tus decisiones te diriges a alquilar el coche en
el mismo aeropuerto. Te dan las llaves, cargas el vehículo y directo
a Roma, eso sí, usando el GPS de tu teléfono. Apenas pasan unos 5
minutos desde que has salido y alguien te llama al móvil, con lo
cual se pierde la conexión con los satélites. Así que después de
colgar la llamada, el GPS se vuelve a iniciar con el temido
“recalculando ruta”. De manera súbita, te indica que gires hacia
la derecha, pero intuyes que algo va mal, pues las señales indican
que debes seguir recto para llegar a la ciudad. Ante la duda, decides
hacer caso al cacharrito y entras en un barrio periférico a las
afueras. En ese momento te das cuenta de que la has cagado, y cuando
estás a punto de volver por tus pasos, a lo lejos vislumbras una
enorme iglesia. Así que decides que quizás merezca la pena
visitarla y te dispones a acercarte para aparcar.
Pero para tu sorpresa,
“los Carabinieri” tienen cortados todos los accesos a la iglesia
y te obligan a aparcar a unos 300 metros. Ni corto ni perezoso bajas
del coche dispuesto a andar lo que queda del trayecto, pero una vez
que estás al pie de la Iglesia de Don Juan Bosco (así es como se
llama) te quedas petrificado ante el dantesco espectáculo que pasa
ante ti.
Se trata de un entierro,
pero no uno cualquiera, pues resulta que ha fallecido es Vittorio
Casamonica. Tú no sabes quién era, pero empiezas a sospecharlo. El
féretro va dentro de una carroza fúnebre tirada por 6 caballos
negros. Tanto la carroza como los animales van elegantemente
decorados con elementos de oro. Tras ellos, los familiares del finado
van llorando de manera desgarradora, casi al borde del desmayo. Y
para terminar el cortejo, una banda va tocando la música de “El
Padrino”.
Jamás en tu vida
pensarías que ibas a presenciar el funeral de un mafioso, y aún
menos en la mismísima capital de Italia. Pero si creías esta
situación no podía ser más surrealista, te equivocabas. En la
fachada de la iglesia se ven unos enormes carteles en los que se nos
muestra a un Vittorio Casamonica vestido como el papa con una leyenda
que dice “El Rey de Roma”. Como broche final, ves que a la salida
de la comitiva tras los santos oficios los familiares del jefe del
clan se desplazan en un helicóptero a baja altura tirando pétalos
de rosa.
Con sudores fríos
bajando por la espalda, la mandíbula aún desencajada y el corazón
acelerado, te vuelves hacia tu coche dándote cuenta de que las
organizaciones mafiosas son como las partículas subatómicas: no las
ves, pero ahí están siempre.
EL PADRINO
Si bien podemos afirmar
que todo de esta película es excelso, aquí nos ceñiremos (como no
puede ser de otra manera a la parte musical, de la cual resaltaremos
sus dos principales temas: el de “El Padrino” y el de “Michael
Corleone”.
El tema del Padrino es un
vals tradicional en cuya instrumentación se han incluido numerosos
elementos de la música tradicional italiana, como puede ser el uso
de mandolinas, acordeones y guitarras. De esa manera se recuerda el
origen Sicilano de la familia Corleone.
Pero este vals no
pertenece al Padrino, “Don Vito Corleone”, sino más bien al
cargo que ostenta, y me explico: Cada vez sale en pantalla, que toma
una decisión o que se produce una muerte o un tiroteo organizado por
él, suena esta música. No obstante, cuando su hijo Michael hereda
el cargo tras el fallecimiento de Don Vito, esta canción es la que
se usa para cada acto delictivo que el nuevo Padrino comete.
Para el tema de Michael
se utilizó una canción conocida como “Canción Siciliana”. A
diferencia del tema del Padrino, en este caso se trata de ambientar
sucesivos episodios de la vida de Michael Corleone, ese joven
idealista que aunque inicialmente reniega de la tradición mafiosa
familiar, poco a poco se va introduciendo en ese mundo que él
despreciaba. Así pues, mediante esa canción de amor vemos como el
futuro Padrino se va transformando poco a poco en un ser cada vez
menos sentimental y humano, hasta el punto de convertirse en un
Padrino más letal y vengativo de lo que fue su padre, Don Vito. El
joven Michael enamorado, pasa con los años a ser el viejo Don, sólo
y atormentado por su pasado.
- Autor: Nino Rota.
- Título: Banda Sonora El
Padrino.
- Año de publicación: 1972.
- Partitura: Click aquí.
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